sábado, 25 de junio de 2016

Vorágine de Vida

Suele ocurrir que nos dejamos envolver por la vorágine de la vida, aunque quizá eso que conocemos y creemos que es vorágine de la vida tan sólo es la vorágine de la sociedad, de la cultura que nos han inoculado desde nuestra infancia y a la que creemos y damos por sentado que es nuestra vida. 



El pasado jueves permití un parón en mi día a día e hice una visita a un espacio que considero Sagrado, un lugar donde de verdad puedo sentir la Vorágine de la Vida con mayúsuclas, acompañada de unas amigas visitamos el Jardín Canario

Durante el largo paseo, más de tres horas y no acabamos la visita, descubrí la vorágine del agua cayendo en cascada y guiándose por los caminos que entre las piedras encontraba para llegar lo más lejos posible

Descubrí la vorágine del viento que corría entre los árboles y espabilaba a las pequeñas hojas caidas en el suelo para que se movieran y viajaran a otras tierras. 



Descubrí la vorágine del sol, como campaba a sus anchas en el territorio de los cactus y como peleaba para abrirse paso en las zonas más frondosas.

Descubrí el crepitar de la tierra, en la que semillas y raíces creaban nuevos senderos bajo tierra, en su propia vorágine de vida. 

Me sentía en plena vorágine, observando como los Elementos se mueven a nuestro alrededor mientras nuestro interior sostiene su propia vorágine, su propia vida. Mi propia Vorágine, mi propia Vida.


 

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